MAXIMIANO DE RAVENA
Santoral 22 Febrero
Oración a
Maximiano
San Maximiano, fiel servidor,
pastor de almas, guía en amor,
con humildad y gran sabiduría,
llevaste a Cristo con alegría.
En Ravena fuiste la luz,
defendiendo siempre la cruz,
confortando a los caídos,
dando fe a los oprimidos.
Con tus obras y oración,
fortaleciste la gran misión,
y con celo y esperanza,
condujiste a la enseñanza.
Ruega hoy por quien te invoca,
danos fe firme y profunda,
que en la gracia del Altísimo
nuestra alma siempre abunde.
Oh, pastor santo y bendito,
guíanos siempre al infinito
Ruega por nosotros, amén.
Maximiano de Ravena
San Maximiano de Rávena, nacido en el año 498 en Pola, Istria (actual Croacia), es una figura destacada en la historia eclesiástica del siglo VI. Su vida y obra dejaron una huella imborrable en la Iglesia y en la ciudad de Rávena, consolidándose como un líder espiritual y arquitectónico de su tiempo.
San Maximiano de Ravena o Maximiliano de Ravena fue diácono de Istria. Cercano a la corte imperial y respetado por el emperador Justiniano. Designado como obispo de Ravena por el emperador Justiniano y consagrado por el papa Vigilio, sin embargo no fue aceptado por su procedencia humilde.
Aun con eso, Maximiano se ganó el afecto de sus fieles cuando construyó monumentos, iglesias y otras edificaciones como la basílica de San Vital (evidente joya del arte bizantino). San Maximiano fue el primer obispo de Occidente en llevar el título de Arzobispo, además de proclamar la unidad de la Iglesia contra los herejes.
San Maximiano de Ravena es una de las figuras más importantes de Italia en el siglo VI, siendo su episcopado: la edad de oro de la Iglesia de Ravena. Escribió muchas crónicas, descripciones de Ravena, catálogos de los obispos de la ciudad y doce volúmenes de sus sermones.
Ascenso Epicospado
Antes de asumir el cargo de obispo, Maximiano sirvió como diácono en su ciudad natal. Un acontecimiento fortuito marcó su destino: el descubrimiento de un «tesoro» por él o su padre, lo que le permitió acceder a la corte imperial de Constantinopla y ganarse el favor del emperador Justiniano. En el año 545, tras la muerte del obispo de Rávena, los fieles locales propusieron a un candidato para sucederlo. Sin embargo, Justiniano recomendó al Papa Vigilio que nombrara a Maximiano para la sede vacante. Este fue consagrado obispo el 14 de octubre de 546, aunque inicialmente su designación no fue bien recibida por los habitantes de Rávena debido a su origen humilde.
Su labor pastoral
A pesar de la resistencia inicial, Maximiano se ganó el respeto y la admiración de su comunidad mediante una serie de iniciativas pastorales y arquitectónicas. Durante su episcopado, que se extendió hasta el año 556, supervisó la finalización y consagración de importantes basílicas, entre ellas la de San Vital y San Apolinar in Classe. Estas edificaciones, adornadas con espléndidos mosaicos, son consideradas joyas del arte bizantino y reflejan la devoción y el compromiso de Maximiano con el embellecimiento de los lugares de culto.
Además de su contribución arquitectónica, Maximiano mostró un profundo interés por la liturgia y la educación religiosa. Preparó una cuidada edición de la Biblia con notas marginales y escribió un «Sacramentario» (misal) que sirvió de base para el posterior Sacramentario Leonino. Su dedicación a la formación espiritual y doctrinal fortaleció la unidad de la Iglesia en tiempos de desafíos teológicos.
Cátedra de Maximiano
Una de las obras más emblemáticas asociadas a su episcopado es la llamada «Cátedra de Maximiano». Este trono episcopal, elaborado en madera y recubierto con placas de marfil finamente talladas, es una muestra excepcional de la escultura paleocristiana. Aunque su función exacta ha sido objeto de debate, se cree que simbolizaba la autoridad del obispo y posiblemente se utilizaba para colocar los libros sagrados durante las ceremonias litúrgicas. Actualmente, esta pieza se conserva en el Museo Arzobispal de Rávena.
Defensa de la Iglesia
Durante su mandato, la Iglesia enfrentó divisiones internas, especialmente relacionadas con la controversia de los «Tres Capítulos». A diferencia de otros líderes eclesiásticos de la época, Maximiano mantuvo una postura firme de lealtad hacia el Papa Vigilio, trabajando incansablemente por la reconciliación y la unidad dentro de la comunidad cristiana. Su biógrafo, Agnello, lo describe como un pastor que «acogía a los extranjeros, reconvenía a los que caían en el error, daba a los pobres lo que necesitaban y consolaba a los sufrientes»
Legado y Canonización
San Maximiano falleció el 22 de febrero de 556 en Rávena. Inicialmente, sus restos fueron sepultados en la basílica de San Andrés, pero en 1809, debido a la secularización del templo durante la administración napoleónica, fueron trasladados a la catedral de la ciudad. Su festividad se celebra el 22 de febrero, y es venerado tanto en la Iglesia Católica como en la Ortodoxa. Su vida ejemplar y sus contribuciones a la fe y la cultura continúan siendo recordadas y celebradas por fieles y estudiosos.
En resumen, San Maximiano de Rávena fue un líder espiritual y arquitectónico cuyo legado perdura hasta nuestros días. Su dedicación a la Iglesia, su compromiso con la unidad eclesial y su pasión por el arte sacro lo convierten en una figura central en la historia del cristianismo en Italia y en el mundo.