SAN POLICARPO

Santoral 23 Febrero

San-Policarpo-Santoral-Hoy

Oración a
San Policarpo

San Policarpo, pastor ferviente,
discípulo amado, testigo valiente,
con fe inquebrantable seguiste al Señor,
predicando su gracia, su paz y su amor.

Ante el martirio, firme quedaste,
con fuego y con gloria a Cristo abrazaste,
sin miedo a la muerte, supiste vencer,
pues en Dios tu alma halló renacer.

Ruega por quienes hoy claman tu luz,
guíanos siempre hasta la cruz,
que, como tú, vivamos en fe,
y en la verdad no temamos caer.

Oh santo bendito, danos tu ardor,
para servir con santo fervor.

Ruega por nosotros, amén.

Vida de San Policarpo

San Policarpo de Esmirna es una de las figuras más importantes del cristianismo primitivo. Conocido por su papel como obispo de Esmirna y discípulo del apóstol Juan, su vida y martirio han dejado un impacto duradero en la Iglesia. En este artículo, exploraremos la vida de San Policarpo, su enseñanza, su legado y la manera en que enfrentó su martirio con valentía y fe inquebrantable.

San Policarpo nació alrededor del año 69 d.C. en la región de Asia Menor, en la actual Turquía. Se cree que fue convertido al cristianismo desde joven y que fue discípulo directo del apóstol Juan, lo que lo convirtió en un testigo cercano de la tradición apostólica. Su conocimiento de las enseñanzas de Jesús y su cercanía con los primeros seguidores de Cristo lo hicieron una figura clave en la consolidación del cristianismo primitivo.

Desde muy joven, San Policarpo mostró un profundo compromiso con la fe y fue reconocido por su sabiduría y liderazgo. Esto lo llevó a ser nombrado obispo de Esmirna, una de las comunidades cristianas más importantes de la época. Su trabajo consistió en fortalecer la fe de los creyentes, combatir las herejías y preservar la doctrina apostólica.

Algunos historiadores importantes dicen que San Policarpo había sido discípulo del San Juan Evangelista. San Policarpo es considerado así uno de los tres Padres Apostólicos principales, además de Clemente de Roma e Ignacio de Antioquía.

No se sabe mucha información sobre su vida, pero se conoce su cercanía con Ireneo de Lyon . Escribió laEpístola de Policarpo a los Filipenses, que fue un mosaico de referencias a las Escrituras Griegas, que entregó a la comunidad en Filipo.

Se cuenta que San Policarpo viajó a Roma para conversar con el papa Aniceto sobre cómo determinar la celebración de la Pascua de la Resurrección, pues la tradición joánica de Esmirna seguía el calendario hebreo (14 del mes de nisán) y en Roma se celebraba un domingo cercano al 14 día nisán, sin embargo, no se llegó a un acuerdo.​

San Policarpo fue martirizado mediante la hoguera y atravesado por una lanza pues no quiso adorar al emperador de Roma Antonino. Después de la muerte de San Esteban, el martirio de San Policarpo es considerado un relato genuino de los protomartires cristianos.

San Policarpo Obispo

Durante su episcopado, San Policarpo jugó un papel clave en la defensa de la ortodoxia cristiana. En un tiempo en que diversas doctrinas y herejías comenzaban a surgir, él defendió con firmeza la enseñanza apostólica. Entre las principales controversias que enfrentó se encontraba la disputa con los gnósticos y otras sectas que distorsionaban el mensaje de Cristo.

San Policarpo también es recordado por su encuentro con el papa Aniceto en Roma, donde discutieron sobre la fecha de la celebración de la Pascua. Aunque no llegaron a un acuerdo definitivo, su diálogo pacífico y su disposición a mantener la unidad de la Iglesia demuestran su carácter conciliador y su dedicación a la fe.

Su enseñanza y liderazgo fueron fundamentales para mantener la tradición apostólica y fortalecer a las comunidades cristianas en tiempos de persecución.

Su martirio

Uno de los aspectos más impactantes de la vida de San Policarpo es su martirio. En una época en la que los cristianos eran perseguidos por el Imperio Romano, él se mantuvo firme en su fe a pesar del peligro. Según los relatos históricos, en el año 155 d.C., cuando tenía cerca de 86 años, fue arrestado y llevado ante el gobernador de Esmirna.

El procónsul romano intentó persuadirlo para que renunciara a su fe y ofreciera sacrificios a los dioses paganos, pero Policarpo se negó rotundamente. Su respuesta más célebre fue: «Durante ochenta y seis años he servido a Cristo, y Él nunca me ha fallado. ¿Cómo podría ahora blasfemar contra mi Rey y Salvador?».

Ante su negativa, fue condenado a morir en la hoguera. Sin embargo, según la tradición cristiana, cuando intentaron quemarlo, las llamas no lo tocaron. Finalmente, fue atravesado con una lanza, sellando su destino como mártir de la fe.

Legado y veneración

San Policarpo es una figura venerada tanto por la Iglesia Católica como por la Iglesia Ortodoxa. Su testimonio de fe y su valentía en el martirio han servido de inspiración para innumerables cristianos a lo largo de la historia.

Uno de los documentos más importantes sobre su vida es La Carta de la Iglesia de Esmirna sobre el martirio de San Policarpo, que es considerada una de las primeras narraciones cristianas sobre el martirio. En ella se detalla su valentía, su compromiso con Cristo y su disposición a dar la vida por la fe.

Además, su enseñanza influyó en figuras importantes del cristianismo primitivo, como San Ireneo de Lyon, quien fue discípulo de Policarpo y continuó su labor en la defensa de la fe apostólica.