Fuente: Retrato recreado de Diego de Alcalá, obra de Francisco de Zurbarán entre los años 1651 y 1653

San Diego de Alcala fue un santo español que fue, a su vez, un hermano lego franciscano que predicaba la religión cristiana católica en las islas Canarias. San Diego destacó entre los demás por su servicio de atención a los enfermos, el don de curación y sanación, que eran los que lo hacían mucho más conocido.

Nació en una familia humilde en San Nicolás del Puerto, en Andalucía, para luego trasladarse a Albaida en Córdoba, la parte de la sierra de España.

San Diego de Alcala ingresó en la Orden de Hermanos Menores Franciscanos, más exacto, en el convento de la Arruzafa (Córdoba) que era fundación de Pedro Santoyo, donde desempeñó los cargos de portero y recolector de las limosnas que el pueblo dejaba para que el convento pueda solventar algunos gastos.

En el año 1441, San Diego de Alcala fue enviado a las Islas Canarias para dar servicio como misionero, directamente en el Convento de Arrecife, en la Isla de Lanzarote, donde trabajo como portero.

También vivió en el convento Fuerteventura que era un convento de la Orden Franciscana, donde fue adjudicado como guardián de la comunidad, tras la muerte del primer guardián y vicario de la Mision de Canarias.

Algun tiempo después, Diego volvió a la península ibérica para instalarse en convento de Nuestra Señora de Loreto (Sevilla) y luego pasar a Cádiz, en el convento de Sanlúcar de Barrameda.

En el año 1449, San Diego de Alcala asistió a Roma, donde cumplió labores de enfermero en el convento de Araceli, ya que por esos momentos una gran epidemia azotaba a la comunidad, entonces no dudó en dar su apoyo para aliviar los dolores de los enfermos.

Por ese tiempo, enfermó también uno de sus acompañantes a Roma, el Padre Alonso de Castro, San Diego de Alcala lo cuidó con delicadeza y esmero, tanto que los superiores lo dejaron a cargo de la dirección del Hospital de la comunidad de Roma por 3 meses, realizando muchas curaciones milagrosas a enfermos desahuciados.

Se cuenta que, bajo su manto, San Diego de Alcala llevaba algunas cosas escondidas de sus superiores para para regalar a los pobres. Por esta razón siempre se le representa en las esculturas llevando algo escondido bajo su manto.

En el año 1456, San Diego de Alcala regresó a España para establecerse en el convento de la Salceda y luego en el convento de Santa Maria de Jesus en la localidad de Alcalá de Henares.

Fuente: Estatua de San Diego de Alcala | Fotografía Cesar Ignacio Carnacea.

Fuente: Imagen San Dielo de Alcala dando de comer a los pobres | Pintura Bartolomé Esteban Murillo |  Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

San Diego de Alcala, santo mensajero y anunciador de los evangelios por el mundo, protégeme de los males como protegiste a los débiles de los poderosos.

Aliméntame como alimentaste a los que tuvieron hambre y sáname como sanaste a los que necesitaban la salud de Jesucristo a través de tu mano.

Oh humilde fraile español, intercede por nosotros ante Dios y pide fortaleza para no decaer, amor para brindar a los que lo necesitan y compasión para nuestro corazón pecador.

¡San Diego de Alcala, ruega por nosotros!

Amén.

Fuente: WikimediaCommons | San Millán, Patrón de Castilla. Monasterio de San Millán

San Emiliano de la Cogolla nació en Castilla, para ser mucho más exacto: provincia de Logroño, lo que actualmente es la comunidad autónoma La Rioja, cerca del monte Cocola, un 12 de noviembre del año 473. También es conocido como San Emilianus en el idioma latín y con los nombre de San Millán.

Al ser hijo de pastores que vinieron desde Roma, no se tiene mucha información sobre su infancia, solo que ejerció el oficio de pastor de ovejas hasta los 20 años de edad, donde decidió cambiar el oficio de sus padres por la vida religiosa, entrando al monasterio de los Monjes de Bilibio.

San Emiliano de Cogolla estuvo bajo la tutela del Monje Felix, siendo uno de sus discípulos más destacados y virtuosos. Su aprendizaje y servicio lo inició retirado, en los montes de Bilibio, cerca de Haro.

Emiliano de Cogolla o San Millán siempre llevó una vida solitaria y penitente, soportando allí las inclemencias del tiempo y la dureza de condiciones del lugar.

Sin embargo, a pesar de todas las inclemencias que se daban, San Emiliano de la Cogolla se hizo de mucha fama tanto que todas las personas que se encontraban en dificultades espirituales acudían a él sin dudarlo.

Esta fama no fue ignorada por el obispo de Tarazona, el Obispo Dídimo, quien no dudo ni un momento en perder la virtud de San Emiliano de Cogolla, ordenándolo sacerdote y colocándolos al frente de la parroquia de Santa Eulalia, en Berdejo, pueblo natal de Emiliano.

Lamentablemente para los intereses del Obispo Didimo, San Emiliano de Cogolla no pudo lograr nada eficiente en las tareas administrativas, pues éstas no encajaban con su carácter y la disposición: San Emiliano entregaba todas las donaciones que eran propiedad de la parroquia a los más necesitados, a los enfermos y a los damnificados ¡Increíble!

Por estas acciones, lejos de ganarse el respeto y la consideración de los “hombres de dios”, fue acusado de malversación del dinero parroquial, siendo destituido del cargo.

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Luego de esto, San Emiliano de Cogolla regresa a su soledad y se establece en el valle de Suso, cerca de Berdejo, para pasar la última etapa de su vida. En torno a San Emiliano, de formaría una comunidad de un oratorio primitivo donde los hermanos que más destacaron tienen por nombres: Aselo, Geroncio, Citonato, Sofronio, Oria y Potamia.

Fuente: SAN MILLÁN DE LA COGOLLA. Logroño. Muerte de Santo Domingo de Silos.

Fuente: ArteeHistoria.com | Relieve de San Emiliano Santo y sus discipulos en Monsterio de San Millan de Cogolla | 

Oh San Emiliano santo, reza por nosotros desde el cielo y libramos de los males que están en la tierra. No permitas que las tentaciones sean más grandes y pide por nosotros a Dios Todopoderoso.

Que tu ejemplo de vida fortalezca mi fe y que descanse de las penurias en los brazos de Jesucristo. Junto con San Aselo, San Geroncio, San Citonato, San Sofronio, San Oria y San Potamia, intercede por mi y encamina mi vida hacia el servicio y el desprendimiento.

Escucha mis necesidad que, en algún momento, fueron tus necesidades. Atiende mi corazón y alivia esta angustia del pecado. Ilumíname siempre y haz que mi vida se parezca a la tuya.

Reza por mi alma pobre, por mi corazón débil y por los más necesitados del mundo, para que no se separen de Dios, para que vean esperanza en tu vida, Santo de Cogolla.

¡San Emiliano santo de Cogolla ruega por nosotros!

Amén

San Bartolome santo nació en Rossano, un lugar cerca de Calabria, en Italia por el año 980. Sin embargo, la historia cuenta que su familia provino desde la lejana Constantinopla. En ese lugar, Bartolomé no se llamaba como lo conocemos, sino que nació con el nombre de Basilio, curioso ¿verdad?.

El santo italiano cambió su nombre mucho después y también fue conocido como Bartolome el Joven Rossano, Bartolomeo il Giovane, Bartolomeo Di Rossano y San Bartolomeo Grottaferrata.

Durante su infancia y siendo muy pequeño aún, San Bartolome santo, tuvo una inclinación muy notable hacia la vida religiosa. A pesar de ser niño, entendía los conceptos de compartir con los que no tienen, de servir a los demás. Reconociendo esto, los padres de Bartolomé dejaron la educación del pequeño en manos de los monjes bizantinos del Monasterio de San Giovanni Calibyta en Caloveto.

Ya en el monasterio de Rossano, Bartolomé recibiría la instrucción adecuada de la época, construyendo su mente y su juicio, destacando por ser un estudiante obediente y virtuoso.

Al terminar su instrucción, San Bartolome santo fue aprobado por los monjes del monasterio. Bartolome el Joven Rossano, fue un alumno destacado que despertó curiosidad y admiración en San Nilo de Rossano, que en ese tiempo era abad del monasterio de Rossano.

Después de su regreso del monasterio como estudiante, San Bartolome hizo sus votos de sacerdote (suelen ser castidad, pobreza y obediencia). En el Monasterio  donde pertenecía, tuvo a bien enviarlo con su experiencia pastoral al Monte Casino.

La amistad que tuvo San Bartolome Santo con San Nilo de Rossano, hizo que ambos partieran a visitar al Papa Gregorio para solucionar los conflictos que sucedieron a causa de la autoproclamación del Papa Juan XVI. Todo esto ocurriría en la capital italiana, Roma.

San Bartolome santo es el segundo fundador del monasterio denominado abadía griega de Grottaferrata de Toscana, que terminó de construir sobre el terreno y realizó la organización del mismo. 

San Bartolome santo llevó a su monasterio a desempeñar un papel fundamenteal en los historicos Estados Pontificios en la Edad Media.

En aquel Monasterio de Grottaferrata, San Bartolome santo escribió un sinnúmero de himnos religiosos y muchos manuscritos más que se conservan aún en esa abadía.

San Bartolome el Joven Rossano se hizo muy amigo también de los papas Benedicto VII y Benedicto IX.

Después de muchos servicios al frente del obispado de Rossano, San Bartolome murió en 1055 † a los 75 años

El monje Franco contaba que San Bartolome santo repartía muchos pedazos de pan a la gente y que al despedirse de él, le confió mucho a los monjes de Grottaferrata, asi como orar siempre y estar al servicio de los pobres y de los que más necesitan.

Retrato de San Bartolomeo il Giovane en Oracion | Fuente: santodelgiorno.it

Dios todopoderoso, a Ti elevamos esta oración, a través de San Bartolome Santo, el Rossano, para que nos enseñes a amar a los demás, a los que más necesitan y a los que menos tienen.

Oh Santo Rossano, ayudanos a pensar en los otros, en aquellos que nadie ama, en aquellos que viven una vida dura y concédenos la gracia de que, mientras tengamos una vida feliz, ayudemos a quienes necesitan de nosotros.

Cuida, bendice y protege a aquellos hijos tuyos que mueren de hambre, de frío o de amor. ¡Ten piedad por los pobres del mundo y no permitas que nuestra felicidad haga olvidarnos de que en el mundo aún existe necesidad! Haz que podamos sentir y recordar la angustia y miseria universal para que siempre estemos agradecidos con las vidas que nos prestas. Líbranos del egoísmo y de la indiferencia, que son enemigos del hombre.

¡San Bartolome Santo, ruega por nosotros!

Amén